“Nunca quise ser una chica Almodóvar”
Actriz de largo recorrido, no quiere dejar pasar ninguno de los trenes que aparecen en su vida. Musa del cine en los años setenta, sigue ofreciendo interpretaciones geniales que se mantienen en la retina de cualquier espectador. Su fuerza e impresionante talante delante de la cámara permite que disfrutemos de momentos inolvidables gracias a su capacidad de caracterización. Reflejo de una mujer contemporánea, divertida, ardiente y pasional, Paca Gabaldón nos ofrece su lado más optimista de la vida.
Estrena en breve película ¿Cómo vamos a ver a Paca Gabaldón en este, su último trabajo?
Ha sido una experiencia diferente a todo lo anterior. Hemos realizado un trabajo previo al rodaje muy largo e intenso. Es una obra coral de seis actores que se entregan en cuerpo y alma a unos personajes que viven situaciones al límite. La película se llama “Deseos”. Yo soy la directora de un Casting que se realiza a través de Internet y que busca personas no muy normales que tengan deseos especialmente extremos. Recluidos durante una semana, cada concursante lleva a cabo su perversión. Tras una serie de votaciones se decide quién de ellos gana. Sobre este proceso de vivencia anímica se realiza una película “verité”, de acción directa de esta convivencia y de su desenlace. El final es impredecible, por lo que no puedo adelantar nada, pero tiene mucho que ver con mi personaje.
¿Estamos hablando de comedia, drama… melodrama?
Se trata de un melodrama. Es un espejo de los tipos tan extremos y paranoicos que puede haber hoy en día a nuestro alrededor. Se presentan casos de descerebrados que idean cosas inimaginables para cualquier ciudadano de la calle. Representar a estos personajes ha requerido un gran trabajo de concentración para analizar las interacciones entre ellos.
¿Sus compañeros de reparto son también veteranos?
Hay gente joven y gente veterana. En este novedoso proyecto he trabajado con Pedro Martínez, Ana Turpin, que realiza un personaje muy importante en la historia que se cuenta, Manolo Millán, un actor cómico de mediana edad… la verdad es que somos un grupo de seis actores de edades dispares.
El año pasado trabajó en cine, este año estrena de nuevo película, ¿se encuentra en un buen momento en su carrera?
Intervine en “Carmo”, una coproducción con Brasil, en la que trabajé con Fele Martínez, siendo los únicos actores españoles. Es una “road-movie” muy violenta que refleja una Latinoamérica marcada por la peligrosidad más extrema. Anteriormente estuve en “Iris”, una película muy interesante sobre la Guerra Civil. Sin embargo, la repercusión que tuvieron no fue la deseada, algo que sí ocurrió con la película de Alex de La Iglesia “La Comunidad”. Aún así la cinta no consiguió ganar el Goya a la mejor película.
Sin duda, “La Comunidad” ha sido la película más taquillera en la que ha trabajado, ¿por qué no ha vuelto a colaborar con Alex de la Iglesia?
Pues eso habrá que preguntárselo a él. Nuestra relación ha sido siempre correcta y amistosa. Hay gente que le llama cada día, lo que yo no hago. Siempre tengo un gran pudor en la relación con mis compañeros de profesión. Cuanto más me pueden beneficiar ofreciéndome un trabajo menos lata les doy. Voy a la contra de la modernidad.
¿Ha perdido algún tren en su vida al tomar esta actitud?
Sin duda, sobre todo por timidez. He aprendido a disimularla, pero en el fondo la tengo. Sé que hay que saber moverse en este mundo actual que tiene infinidad de aristas. Yo no sé hacerlo, no tengo ese desparpajo. Me da rabia ver a gente que no tiene la calidad que unos cuantos aún podemos dar, pero que saben moverse de forma tan eficaz que no paran de trabajar. No se merecen estar donde están.
Argentina, Chile, Perú, Turquía, Italia… su infancia ha transcurrido a caballo entre varios continentes. ¿Cómo ha contribuido a su formación como persona y, sobre todo, como actriz?
Mi auténtica escuela ha sido ser autodidacta de la observación del ser humano. Los largos viajes en mi infancia y adolescencia me sirvieron como esponja para el conocimiento de los demás. Si bien es cierto que también existía el lado negativo de la falta de afianzamiento emocional a las personas y lugares donde vivías. Carecer de aspectos sólidos y enraizados a mí alrededor, en una personalidad tierna, provoca que todo lo que se va consolidado resulte especialmente importante.
¿Ha perdido a mucha gente a lo largo de todos estos años?
Lo cierto es que no han existido oportunidades para conocer mucha gente cercana que te importe lo suficiente como para dolerte el hecho de perderla. Precisamente por eso he valorado con el paso del tiempo la amistad sincera, leal y desinteresada. Me enorgullezco de conservar amistades desde hace treinta años, pero la relación que considero ejemplar y que cuido por encima de todo es la que mantengo con mi hijo.
En estos momentos de crisis en los que estamos todos inmersos, ¿tiene proyectos futuros ya cerrados o está a la expectativa de otros que le resulten más interesantes?
Estoy a la expectativa porque considero que los términos en los que se trabaja hoy en día son realmente insatisfactorios. Hay que mantener la dignidad y no dejarse avasallar por las condiciones de trabajo actuales. La autoestima es fundamental para poder darlo todo en el escenario.
Analizando sus palabras, ¿podríamos decir que cualquier tiempo pasado fue mejor?
Para mí sí, evidentemente. Lo que no implica que me desanime cara al futuro. Estoy convencida de que me llegará mi gran oportunidad en algún momento, en el que podré demostrar realmente mis posibilidades como actriz tanto en teatro, como en cine, como en televisión. Y no desespero (risas).
Muchas actrices alcanzan el estrellato absoluto gracias a papeles de personas casi ancianas, el caso más recordado es el de las protagonistas de la serie “Las Chicas de Oro” que ahora se versiona en nuestro país de la, dudosa, mano de José Luis Moreno.
Después de tanta ficción basada en adolescentes súper jóvenes es hora de recordar que existe una cantera de gente con talento que tiene mucho que aportar al margen de la edad. Lo más interesante es juntar ambas cosas, generar historias como la vida misma en la que concurren todo tipo de seres diversos. La mujer, como ejemplo, tiene actualmente la relevancia que le corresponde en todos los ámbitos de la sociedad. ¿Cómo no va a haber mujeres de mi edad interpretando papeles protagonistas que tienen mucho que decir?
Todos recordamos el personaje de Maica en la serie “El Súper”, una de las primeras ficciones diarias de largo recorrido para televisión. ¿Qué sensaciones conserva de aquella interpretación?
Maica fue un papel redondo, hecho a mi medida y con el que me compenetré totalmente. Una mujer apaleada por la vida, conflictiva en sus relaciones maritales y familiares. Todo era malo en ella, llegaba incluso a caer en el alcoholismo. Sin olvidar que terminaba algunas noches de borrachera ligando con jovencitos… Esto que podía haber sido incluso ofensivo para un público femenino resulto ser un gancho de atracción. Ha sido uno de mis mayores logros. Fue un guiño al público que necesitaba oír que hay que romper con muchas cosas establecidas, que hay que luchar y que no hay que tragar.
Un personaje de estas características se va construyendo con el tiempo.
Efectivamente. Como anécdota decir que mi personaje en un primer momento era secundario, ya que la actriz principal era Natalia Millán. Sin embargo, poco a poco fue tomando mayor relevancia y acabé, sin saberlo en un principio, siendo su madre y a la vez hermanastra. Existían todos los componentes del culebrón. Sin embargo, mi aportación al papel sirvió para que éste creciera día a día, llegando hasta el punto en el que eclipsaba al de Natalia, algo que no me perdonará. Le pido perdón por ello.
Supongo que le llegan constantemente propuestas nuevas que buscan diferenciarse de todo lo que ya se ha visto. ¿Trabajaría en un proyecto diferente a lo que ha hecho anteriormente?
Sin dudarlo. Me encantan las piruetas distintas, siempre me han atraído mucho más que los topicazos. Antes hacías una película por la que te etiquetaban de guapa o graciosa y no salías de ese encasillamiento en años. Por suerte ha habido casos en los que se ha podido abandonar ese cliché. José Luis López Vázquez, Andrés Pajares, Rafaela Aparicio son claros ejemplos.
En la década de los setenta trabajó bajo la dirección de directores como Pedro Lazaga, Juan de Orduña o Antonio Ozores. ¿Qué recuerdos mantiene de esa época?
¿Sabes cuantas televisiones en este país reponen películas en las que he trabajado? Revivo más aquella época con las reposiciones constantes que con mis propios recuerdos. Entre tanta película menor, se hizo buen cine, como se muestra por ejemplo en la obra de Pedro Lazaga. Doy fe de que hay un público que demanda este cine por los ingresos que percibo de las reemisiones de mis películas. En Siria están emitiendo una serie mía doblada al árabe, me pregunto cómo será mi voz en ese idioma (risas).
Srta. Gabaldón, todos mantenemos en nuestra memoria su paso por programas míticos como “300 millones” o “625 líneas”. ¿Volvería a presentar?
Rotundamente, no. He odiado siempre conducir programas. En mi caso fue algo totalmente circunstancial. Realicé infinidad de presentaciones de certámenes de todo tipo con personajes inolvidables como Kiko Ledgard, pero siempre lo pasé fatal. Nunca me gusto ser presentadora.
Vemos que es usted una todo terreno en el plano profesional. En el plano sentimental ¿es usted feliz? ¿Ha cedido en algo por mantener su carrera?
Sí, soy absolutamente feliz. Lo he sido durante toda mi vida. Nunca he cedido en nada por mi carrera; sí lo he hecho, y muy conscientemente, por mi vida privada, sobre todo por amor. No me arrepiento, es más, volvería a hacerlo. En estos momentos he tomado el rol de “capo familiar. Esto sí me enorgullece especialmente. Sobre todo al haber sido elegida por todos mis allegados como la persona capaz de encauzar circunstancias que, desgraciadamente, tenemos que afrontar a lo largo de nuestra vida. Me siento muy responsable de todo lo que afecta a los míos.
Estando tan radiante y siendo amante del sol como sabemos, ¿piensa marcharse de Madrid para, como otras grandes figuras de nuestro cine, residir en alguna costa española?
Estoy a punto de adquirir un terreno en Altea y me hace muchísima ilusión el hecho de que sea precisamente mi hijo quien vaya a construir la futura casa familiar. Son dos sueños que siempre he tenido que pueden convertirse en realidad. Por un lado disfrutar de mucho más tiempo junto al mar y, por otro, que sea mi hijo el arquitecto del proyecto.
Viendo la energía y optimismo que transmite, ¿qué director de cine le gustaría que llamase a su puerta?
No quise ser una chica Almodóvar. Creo que entre el director y yo no habría buen feeling. Sin embargo un día me vio por la calle y me gritó: “La mujer más bella de este país” (risas), pero no me ha llamado nunca. Me gusta mucho Julio Medem, aunque reconozco que es un cine muy personal, y Montxo Armendáriz, con quien he mantenido hace poco una relación personal muy empática. También hay gente joven muy válida que está realizando muchos cortos cinematográficos.
Para concluir, nos gustaría que nos comentase un trabajo de todos los que ha realizado del que se sienta especialmente orgullosa.
Uno de los mejores trabajos que he realizado fue junto a Eusebio Poncela y Santiago Ramos. Coincidimos en el capítulo “Doble Vida” de la serie de terror “Desenlace” que, curiosamente, no se llegó a emitir completa. Antena 3 tiene los derechos y emitió dos o tres capítulos pero, al no funcionar, retiró la serie. Es una pena porque es un trabajo impresionante de los tres. Si muchas de las cosas que se guardan en los cajones fueran revisadas de nuevo seguramente nos sorprenderíamos.