Feng Shui, física cuántica y genética humana son tres conceptos, que aparentemente no tienen nada que ver, están íntimamente relacionados: los podemos aplicar para mejorar nuestra calidad de vida amortiguando los efectos de la radiación de las antenas, de los móviles, de los aparatos eléctricos, de las corrientes de agua subterránea, de las fallas, de las influencias de las memorias en las viviendas, de la energía de los vecinos, etc., ya que todo en mayor o menor medida, nos afecta. A la vez nos permite ser más respetuosos con nuestro entorno.
Armonizar el entorno
El Feng Shui nos ayuda a detectar y amortiguar las geopatías, la física cuántica nos ayuda a entender estos fenómenos y la genética humana determina nuestra forma de interactuar con el entorno. El Feng Shui es una ciencia milenaria que contiene el conocimiento de la naturaleza y estudia la relación entre la Tierra, los animales, las plantas, los humanos, los minerales y el cosmos. Podríamos decir que se trata de una ciencia infinita. Para acceder a ella aconsejamos utilizar tanto nuestro cerebro izquierdo (el racional, el lógico), como el cerebro derecho (el de la intuición), y experimentar como se ha venido haciendo en oriente, interactuando con los dos cerebros. Una de sus principales aplicaciones es para armonizar los espacios en relación con las personas, animales y plantas.
El Feng Shui nos permite integrar las energías sutiles que nos rodean para mejorar nuestro estado vital. Cuando estamos en sintonía con la naturaleza y en nuestro hogar se dan condiciones que no alteran las vibraciones que nos rodean, mejora nuestra salud. Los colores son una forma de vibración al igual que la disposición de los espacios respecto al campo magnético de la Tierra. Las energías sutiles o no tangibles que convergen sobre nosotros hemos perdido la capacidad de sentirlas físicamente. Los animales las conservan. Los perros buscan lugares con energía alta mientras que los gatos hacen lo contrario. Los seres humanos también podemos percibir estos cambios de la energía del entorno con entrenamiento. Esto es lo que hacen los geobiológos y algunos expertos en Feng Shui.
La prospección geobiología
La geobiología identifica y mide las diferentes energías del entorno y como estas pueden afectar a la salud y al bienestar de las personas y su entorno. Nuestro entorno está influenciado por perturbaciones naturales (y hoy también por otras de artificiales, como las radiaciones electromagnéticas de múltiples aparatos y las telecomunicaciones) que pueden ser identificadas. Estas en sí mismo no son ni buenas ni malas, simplemente están ahí. La geobiología dispone de herramientas para identificarlas y a partir de ahí tomar medidas para minimizar sus efectos sobre el hábitat de las personas, ya sea en casa o el trabajo.
En nuestro hogar todas estas influencias energéticas nos condicionan nuestros estados sensitivos. Podemos estar en casa relajados y tranquilos o simplemente tensos por causa de una perturbación que no podemos percibir (porqué en nuestra sociedad este sentido se ha perdido, algo que conservan todavía muchos pueblos indígenas y culturas menos tecnificadas). Lógicamente, estos estados sensitivos acaban provocando respuestas fisiológicas en nuestro cuerpo, liberando hormonas que nos predisponen, por ejemplo, a la agresión o la tranquilidad. Además permanecer en una vivienda perturbada por largo tiempo acaba condicionando toda nuestra fisiología, incluido el sistema nervioso, el inmunológico, el endocrino, el muscular, etc.
La genética humana y el Feng Shui
Puede parecer una curiosidad, pero no lo es. Una de las bases del Feng Shui es el I Ching (que significa ‘libro de las mutaciones’), el libro más antiguo de la humanidad. el I Ching describe un universo en el que la energía creadora proviene del cielo, y en el cual la tierra tiene la finalidad de ser receptora y fecundadora de esa energía básica que nos rodea. Sin embargo, lo más destacado de este libro es que se describe un sistema de códigos binarios con una representación geométrica y numérica que expresan diferentes realidades del entorno. Estos códigos se escriben con los llamados trigramas compuestos de un dato binario (yin-yang) a los cuales se les asociada diferentes significados en ocho realidades o cualidades básicas del ser. Pero lo más interesante es que a partir de estos trigramas se construyen los hexagramas (o grupos de dos trigramas) que suman 64.
La traslación o traducción de los hexagramas del I Ching es sorprendente. El ADN, es un sistema binario que posee 64 codones formados por 6 piececitas cada uno (bases nitrogenadas polarizadas) al igual que el I Ching, cuyos códigos también se basan en 6 piececitas (Yin y Yang). El paralelismo no solo es increíble sino que cuando lo trabajas y lo aplicas entiendes el porqué actúa el Feng Shui.
Las personas que estudian física cuántica saben que lo que se llama el OBSERVADOR, es un aspecto determinante en el comportamiento de la energía-materia, en cierto modo algo similar a lo que en Oriente llaman LA INTENCIÓN. También sabemos que el material biológico manifiesta comportamientos cuánticos. En resumen, en el I Ching encontramos la base binaria Yin-Yang, el trigrama y el hexagrama. En el ADN encontramos los nucleótidos (formados por dos bases nitrogenadas polarizadas), los tripletes (estas bases se organizan de 3 en 3) y los codones (que son las 6 bases nitrogenadas). El I Ching nos muestra las 64 posibilidades de combinatoria, (64 hexagramas). El código genético expresado en el ADN también tiene 64 posibilidades de combinatoria, (64 codones).
Una parte de la medicina, la sabiduría y el conocimiento oriental se basan en este principio de código binario y sus 64 combinaciones. La llamada medicina cuántica basa su práctica en que muchas enfermedades son desórdenes del código binario del ADN, y uno de los principios de la medicina cuántica es que nuestro ADN sabe “leer” la información binaria del entorno. Feng Shui no es más que otra forma de interpretar la información binaria tanto para sanar las personas, como para armonizar los espacios y la relación cuerpo-espacio.