El doctor Pedro Cavadas define su profesión como “el oficio de poder curar” y se muestra orgulloso de su condición de trabajador. Esta eminencia mundial de la cirugía es, sin duda, un personaje singular que exhala libertad en su forma de vivir y de trabajar, que son la misma cosa para él, y es posible que sea esa libertad, unida a ese mal tan español que es la envidia, la que le ha hecho cosechar algunos detractores que a él, en todo caso, no parecen importarle demasiado, pues tiene empresas mayores a las que dedicar su tiempo.
Fue el primer cirujano que transplantó dos manos y que convirtió un brazo derecho en izquierdo. En 2004 realiza una pionera operación manteniendo un brazo amputado conectado a una pierna para posteriormente reimplantarlo. En 2006 efectúa un transplante de dos manos y antebrazos. En 2007 reimplanta la mano de un bebé de dos años. En 2008 reimplanta un brazo amputado por cuatro partes, el segundo trasplante a nivel mundial de dos brazos enteros y extirpa un tumor desmoide gigante de tórax a la hija de un colaborador de Hugo Chávez. Reimplanta una pierna en su lugar original tras haberla implantado previamente en la ingle y en la otra pierna del propio paciente. En 2009 llevó a cabo con éxito el primer transplante de cara que incluía lengua y mandíbula. En 2011 realizó el primer transplante simultáneo y bilateral de piernas a nivel mundial. En 2012 dirigió la reimplantación de los dos pies de un niño de diez años que había sufrido sendas amputaciones de las piernas.
“ Por desgracia -dice el doctor- La farmacología va por detrás de la cirugía, lo que obstaculiza y retrasa la recuperación de los pacientes, entre otras cosas, por los muchos efectos secundarios de la medicación” .
Autor de 120 publicaciones internacionales, es Doctor Honoris causa de la Universidad Internacional de Valencia, pero sus méritos, además de éstos, que no son pocos, son los cosecha en poblaciones remotas del continente africano con su fundación Asante Sana.
Desde ésta fundación realiza campañas quirúrgicas humanitarias, proporcionando de forma gratuita cirugía reconstructiva a los desheredados del mundo. Las operaciones más complejas, como la de reconstrucción de penes mutilados, son llevadas a cabo en España, y otras, como heridas faciales de bala (hay muchos heridos por los conflictos tribales), quemaduras, malformaciones congénitas, las realiza en los hospitales de lugares remotos a los que llega con harta dificultad por las pésimas infraestructuras.
Opera a destajo sin las mínimas condiciones como luz o agua corriente, operaciones que, como dice el doctor Cavadas,
“serían impensables en Occidente”, pero él siempre es optimista: “¡Nos sobra!- dice ante el lamentable aspecto de un quirófano que horroriza. – En África todo es creatividad” .
Los pacientes se agolpan en largas colas y llegan, incluso a pie, desde poblados lejanos buscando el milagro, el milagro del cirujano español. Pero pese a trabajar sin descanso, siempre quedan enfermos por atender y siempre vuelve en su auxilio.
El doctor regala salud a quien carece de ella por su condición de pobre, y futuro y esperanza, sobre todo en los casos más sangrantes, como los niños y especialmente las niñas, puesto que éstas deformidades y cicatrices les cierran las puertas de la supervivencia “Aquí las mujeres lo único que pueden hacer es casarse. En Occidente, una chica con secuelas cosméticas puede casarse o no, puede estudiar o hacer lo que quiera, aquí está estigmatizada”. El doctor admira la dureza de los pacientes en comparación con los occidentales y conmueve el agradecimiento y cariño que le muestran.
El doctor Cavadas cambió radicalmente a raíz la muerte de su hermano, y descubrió que el sentido de la vida está en dar, en éste caso en dar salud, vida, dignidad, futuro y esperanza. Su inteligencia y su talento, su creatividad y su esfuerzo al servicio de otros a cambio de una satisfacción que imagino inmensa. Como animista diría que Dios está en sus manos.
Beatriz Gutiérrez