Carmen es una mujer serena y llena de vida. A sus 86 años, su mirada transmite una energía que solo su discurso, tan bien hilado, es capaz de acompañar. Cuenta su relato con pasión y no deja escapar ningún detalle para que entendamos muy bien todo lo que ha vivido. Es una suerte poder nutrirse de esas maravillosas historias, de la narración de épocas que no fueron tan buenas pero que sin embargo, significaron para ella una lección valiosa, un aprendizaje continuo. De su pasión por la costura, su gran compañera de viaje. Es una suerte poder conversar a su lado, y descubrir en su mirada el verdadero significado de la palabra ¡VIDA!
¿Cómo se inició en la profesión de modista?
Comencé como modista a los diez años en un taller de confección de alta costura. Al principio como aprendiza y transportando de un lado a otro la caja de costura. Después me pusieron a que hiciera ojales, mangas…es decir, a descubrir y aprender la profesión. Hasta que llegué a oficiala de primera.
Siempre me ha apasionado mi trabajo. A los doce años, y con algunos retales que sobraron, le hice a una muñeca un traje y una pamela que mi hermano se llevó a Sevilla. Allí nadie se podía creer que con esa edad tan temprana hubiese sido capaz de hacer aquel conjunto. Luego he estado también mucho tiempo colaborando con una empresa de tejidos. En fin, toda una vida dedicada a ello.
Háblanos de las experiencias que ha experimentado gracias a su profesión.
Sí, toda una vida en la costura. Mira mis manos, el mejor reflejo de todos estos años de profesión. He vivido experiencias muy bonitas.
Durante 16 años viví en Casablanca y eso me permitió coser para clientas de todo el mundo y enriquecerme de aquellas vivencias únicas. Nos fuimos a vivir cuando era un protectorado francés recién casada con mi marido, y allí nació nuestro hijo. Y en todos aquellos años, me acompañó la costura.
De no ser modista, ¿En qué te habría gustado trabajar? ¿Por qué?
Siempre he tenido claro que esa es y será siempre la profesión a la que me debía dedicar. La confección ha sido una de mis grandes pasiones, he disfrutado con cada pieza y prenda creada y no podría haberme dedicado a ninguna otra cosa que no fuese hacer lo que hecho durante toda mi vida.
Has formado parte de la confección del manto de la Virgen, ¿Qué ha significado para ti?
Sí, le he hecho un traje a la Trinidad y a otras dos más. En total, me he encargado de vestir a tres vírgenes y eso ha supuesto para mí un honor y un reconcomiendo a mi labor como costurera que en todas las ocasiones me ha hecho muy feliz.
¿De qué personas o experiencias vitales has aprendido más?
Siempre me ha gustado rodearme de las grandes personas, de aquellas que son buenas de corazón y de las que a su lado aprendes tantas cosas. Recuerdo a una gran amiga mía de Córdoba con la que compartí tantos momentos. Ella era modista como yo, así que hemos estado muy unidas. Se marchó al extranjero, concretamente a Suiza, y la distancia produjo que no tuviésemos un contacto diario, pero cuando nos encontrábamos parecía que el tiempo no había pasado.Por supuesto no puedo olvidarme de mi marido. Lo conocí con 17 años y nos casamos cuando tenía yo 25 años. Es lo mejor que he conocido en mi vida y siempre le cantaba: ‘Mi vida comienza…cuando te conocí’.
¿Se necesita amor por lo que estás haciendo o basta con la profesionalidad?
Sin duda alguna se necesita amor. Decir, me falta en la vida para estar completa. A mí siempre me ha apasionado esta profesión y le he dedicado mucho amor a cada pieza creada.
¿Qué diseño marcó su trayectoria?
He hecho tantos a lo largo del tiempo que es difícil escoger uno solo. Si te elegir se trata, me quedo con tantas novias a las que he visto. Ser parte de su gran día ha sido un sueño para mí.
¿Algún personaje ilustre para el que haya confeccionado?
Durante los años que viví en Casablanca confeccioné para varias mujeres de alta posición para la que hacía vestidos todas las semanas. Y estaban muy contentas con mi trabajo.
¿Cuál es tu motivación diaria?
Tengo muchas cosas que me gustaría hacer antes de irme. Y todas entorno a la costura, ese ha sido siempre mi gran regalo.

Parte del reportaje realizado para la revista Linda Magazine. Encargo de Miguel León.
Modelo: Carmen González Raya (Madame León)
Fotógrafo: Pablo Souvirón
Estilismo: Carmen Ruz
Maquillaje y Peluquería: Diana Hidalgo, Águeda López y Penelope Moreno.
Mas info: pablosouviron.com